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Foto del escritorRafa Delgado

Capitán América: El primer vengador (Joe Johnston, 2011) – Crítica




Uno de los dos grandes estrenos que nos esperan en las carteleras de toda España a partir de mañana es Capitán América: El primer vengador, adaptación al cine del personaje creado por Joe Simon y Jack Kirby en plena Segunda Guerra Mundial dirigida por Joe Johnston, cuyas impresiones os comentamos a continuación.


La semana pasada se estrenaba en cines españoles Green Lantern (Linterna Verde), una película de la que mostré mi claro descontento en la crítica que publiqué el pasado jueves, destacando su nula capacidad por describir y mostrar el inicio de uno de los superhéroes más icónicos de la historia con cierta dignidad.


El destino ha querido que el estreno de dicha película coincida prácticamente en el tiempo con el de Capitán América: El primer vengador, otra historia de génesis superheroica, por si aún no teníamos suficiente con la cantidad de películas que se estrenan y proyectos previstos para los próximos años. Pero si Green Lantern (Linterna Verde) es la cruz de la moneda, Capitán América es sin duda la cara.


A diferencia del film de Campbell –que viene que ni pintado a la hora de comparar–, el director Joe Johnston (Jumanji, Rocketeer) ha sabido trasladar a la gran pantalla al patriótico superhéroe de la Marvel con la eficacia que precisa un proyecto de semejante envergadura. El film se distancia de otros productos hermanos como Iron Man y sobre todo Thor para adaptarse a las necesidades del personaje y la historia de sus orígenes, abrazando el cine de aventuras más clásico –salvando siempre las distancias– y el estilo narrativo de los antiguos seriales de televisión en los que se basaron series como Indiana Jones o Star Wars.


No es casualidad: la acción de Capitán América: El primer vengador transcurre durante la década de los cuarenta, en plena Segunda Guerra Mundial. La película se casa con la época de forma excepcional en un trabajo de ambientación fantástico, sin necesidad de cortar sus lazos con otras producciones Marvel para mantener ese universo cinematográfico que están creando dichos estudios. De hecho, el origen del personaje en el cine se fusiona con el origen del personaje en el cómic, casi como si se contaran dos películas en una, enriqueciendo la historia y el conjunto global de la película.


La dignidad y la épica son las virtudes de las que deberían gozar siempre esta clase de productos. Quizá en Capitán América la épica esté demasiado comedida, como si no quisieran pasarse y ofrecer un espectáculo mayor con el que seremos testigos en Los Vengadores; pero la dignidad está intacta: lejos de caer en el patriotismo rancio y la propaganda barata (aspectos de los que, desde cierto respeto, la película se pitorrea sin miramientos en un impagable número musical), y muy consciente ante la alarmante necesidad de un subgénero por asistir al nacimiento de un verdadero superhéroe, como aquél Superman de Christopher Reeve: buenazo, humilde, popular y, por supuesto, con su propia fanfarria debajo del brazo (fantástica la banda sonora de Alan Silvestri).


Todo ello sin dejar de lado el entretenimiento. Joe Johston ha conseguido una película divertida, entretenida y melancólica al mismo tiempo, que sin duda hará las delicias no sólo de los amantes del cine de aventuras añejo, sino de los admiradores de un personaje y un icono trasladado a la gran pantalla con la sensibilidad, la calidad y la fidelidad que merece.


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